Uber transformó el transporte público hasta convertirse en un modelo a seguir por toda actividad económica, pues desde una app hizo posible lo imposible: contar con un vehículo de transporte con conductor (VTC) exclusivo o compartido en cualquier momento del día a un precio razonable, lo que resulta de gran utilidad en ciudades grandes caracterizadas por las congestiones, donde utilizar y estacionar el vehículo propio es toda una odisea.

Y si bien en el campo de atención en salud privada o de aseguramiento existen importantes diferencias con la actividad del transporte, los pacientes ya han “uberizado” la manera como atienden sus necesidades médicas inmediatas al acudir a los buscadores en línea para averiguar qué traducen los signos y síntomas que presentan, e incluso compran productos online que les ayuden a manejarlos, antes de utilizar sus pólizas o acudir al especialista de confianza.

Esta práctica es una solución totalmente generalizada y ágil, pero… insegura, de la misma forma como los críticos del VTC insisten en descalificar a Uber y otros sistemas similares por no acogerse a las normas legales de cada país, pero sin efecto alguno, porque a los consumidores les importa más resolver sus problemas de movilidad en el momento que lo necesitan, que cumplir con requisitos legales y de seguridad, aunque eviten riesgos.

¿Por qué tantos médicos siguen sin llevar sus consultorios hasta donde están sus pacientes? En primer lugar porque sus agendas siguen siendo rentables, pero esto está cambiando rápidamente.

Inma Zambade, inmazambade.com, consultora digital en salud, señala cómo en estudio reciente que contó con la participaron 35 países de la UE, se encontró entre otros indicadores, que el 44% del tiempo de consulta de un profesional de la salud se emplea en tareas administrativas; un 28% en comunicación institucional entre compañeros y departamentos y solo el 28% del tiempo restante, se emplea en la relación médico-paciente.

El mismo estudio citado también reveló que el 80% de los errores que se comenten en entornos médicos tanto en diagnóstico como en tratamiento de pacientes, suceden por un problema de comunicación que a través de la digitalización puede ser resuelto, mejorando además los indicadores de tiempo dedicado a acompañar los pacientes.

Zimbade considera que el profesional sanitario debe mejorar o adquirir competencias digitales para ser más productivo en consulta, mantener su formación continua de forma online, utilizar nuevas herramientas de gestión clínica, compartir con otros compañeros de profesión sus dudas y conocimiento, y también crear contenido de valor para sus pacientes.

Es claro que las condiciones de vida en la Unión Europea son distintas, pero en el campo de la consulta privada y el relacionamiento con los pacientes, las condiciones no son muy diferentes con el resto del mundo Occidental, y existen las herramientas online para llegar a ser un doctor digital.